La Gloriosa Revolución de 1688: Una Monarquía Limitada y un Rey Destronado

En el laberinto de la historia británica, donde reyes y reinas han gobernado durante siglos, se encuentra una figura crucial que desafió las normas establecidas y sentó las bases para una monarquía más limitada. Hablamos del Rey Jacobo II, quien a pesar de su nombre imponente, no pudo resistir la marea de cambio que se avecinaba en Inglaterra. Su obstinación por imponer el catolicismo, la religión mayoritaria en Europa Continental pero minoritaria en Inglaterra, provocó una profunda división entre la población y las élites políticas.
Este contexto histórico nos lleva a la “Gloriosa Revolución” de 1688, un evento que marcó un punto de inflexión fundamental en la historia de Gran Bretaña. Esta revolución, también conocida como la Revolución de 1688, no fue una guerra sangrienta con ejércitos enfrentándose en campos de batalla. Más bien, fue una transformación política relativamente pacífica que culminó con la destitución del Rey Jacobo II y la ascensión de Guillermo III de Orange, un príncipe holandés casado con la hija protestante del rey derrocado, María II.
¿Qué llevó a la caída de Jacobo II? El rey, un firme defensor del catolicismo, buscaba restablecer esta religión como dominante en Inglaterra. Sus acciones despertaron el temor entre las clases gobernantes y la población protestante, quienes veían con desconfianza el aumento del poder católico. La negativa de Jacobo II a ceder ante las presiones parlamentarias para tolerar otras religiones y su intento de crear una monarquía absoluta, sin límites impuestos por el parlamento, alimentaron el descontento.
Este descontento desembocó en una invitación a Guillermo III de Orange, cuñado de Jacobo II, para invadir Inglaterra y tomar el control del trono. Guillermo, un gobernante experimentado y defensor del protestantismo, aceptó la invitación y desembarcó con su ejército en Torbay en noviembre de 1688. La llegada de Guillermo fue recibida con entusiasmo por gran parte de la población inglesa, quienes veían en él una alternativa más favorable a Jacobo II.
Jacobo II, debilitado por la falta de apoyo popular y la deserción de sus generales, huyó a Francia, marcando el fin de su reinado. La “Gloriosa Revolución” culminó con la aprobación del Acta de Derechos de 1689, un documento crucial que limitó los poderes de la monarquía y establecía la supremacía parlamentaria. Esta ley garantizaba el derecho a la libertad religiosa para los protestantes, restringía el poder real de intervenir en asuntos parlamentarios y establecía la sucesión al trono en manos de María II y Guillermo III.
La “Gloriosa Revolución” tuvo consecuencias de gran alcance:
Consecuencia | Descripción |
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Monarquía Constitucional | Se estableció una monarquía limitada, donde el poder del rey estaba sujeto a las leyes aprobadas por el Parlamento. |
Supremacía Parlamentaria | El Parlamento se convirtió en la institución con mayor poder en Inglaterra, responsable de aprobar leyes y controlar los gastos del Estado. |
Tolerancia Religiosa | Se garantizó la libertad religiosa para los protestantes, aunque no para los católicos. |
La “Gloriosa Revolución” sentó las bases para la democracia parlamentaria moderna en Gran Bretaña. El evento también tuvo un impacto significativo en otros países, inspirando movimientos por la reforma política y la defensa de los derechos civiles.
Hoy en día, Guillermo III de Orange sigue siendo una figura recordada en Inglaterra por su papel fundamental en la “Gloriosa Revolución”. La revolución fue un testimonio del poder de la acción colectiva y la importancia de limitar el poder absoluto de la monarquía.